Gansters y Gorileros

martes, 29 de mayo de 2012





El famoso cocinero Carlos Arguiñano no pudo evitar comentar en su programa de Antena 3 la crisis y los recortes. "La verdad es que los recortes en sanidad y educación me tienen asombrado. Que España está pasando problemas está claro, pero que haya que inyectarles a unos bancos sospechoso de todo 15.000 millones... ", empezó criticando en referencia a lo que entonces se estimaba que podría costar el rescate financiero de Bankia y que el viernes se terminó cifrando en 19.000 millones. En plena emisión de 'Arguiñano en tu cocina', el cocinero estaba lanzado a compartir con la audiencia su frustración y perplejidad ante las medidas de ajuste y recorte tomadas por el Gobierno: "Problemas tenemos todos y la crisis nos afecta a todos, pero no nos afecta ni por los estudiantes ni por los maestros. Afecta por los gánsters que han estado manejando la economía mundial. Y encima ahora hay que apoyarles'".

A continuación, mientras mezclaba los guisantes de su receta con las zanahorias que ya se sofreían, el cocinero quiso reconocer que ante la complicada situación, "el Gobierno está dando la cara". Sin embargo, no pudo evitar reflexionar que "tampoco habían explicado nada de lo que iban a hacer, porque si hubieran explicado bien lo que iban a hacer igual no están en el poder", en referencia a las promesas incumplidas y recogidas en el programa electoral del Partido Popular. Modestamente, Arguiñano se excusó alegando que eran sólo sus opiniones. "Soy un cocinero, no soy más, pero llevo toda la vida trabajando, 48 años", dijo al tiempo que terminaba de remover el sofrito.


Poco después, mirando a cámara y abriendo un paquete de harina, el vasco explicó a la audiencia que después de cocinero, se hizo empresario y que en su empresa pagan más de 300 sueldos. "Pagándolos todos. Empecé a pagar sueldos con 21 años, voy a hacer 64 y he pagado todos", reivindicó orgulloso y apuntando que a él no tenía que explicarle nada. Finalmente, y girándose en busca de un recipiente para la harina, se lamentó de la situación: "Si van a quitar el dinero de la educación... qué problemón". Arguiñano terminó su arenga dando ánimos a los parados y a los jóvenes, a los que recomendó buscar trabajo en el extranjero: "Esto va a ser un país que hemos estado recibiendo muchos inmigrantes y ahora nosotros, nuestros hijos, van a tener que emigrar. Por eso, un respeto a los inmigrantes", concluyó justo antes de continuar con la receta del día.


El trabajador ideal... para los empresarios.

miércoles, 23 de mayo de 2012


Siempre ha costado mucho esfuerzo que el trabajador reivindique sus derechos, aunque sean mínimos y básicos, y ahora, con la crisis que tenemos encima, esta situación se agrava aún más. En la seguridad privada, nos encontramos además con varios condicionantes añadidos, que provocan en el empleado un rechazo a todo lo que pueda señalarle frente a la empresa como “problemático y reivindicativo”.

El primer condicionante ha sido, desde tiempos históricos, la necesidad de compensar unos salarios bajos con la realización de horas extras. Eso sí, en el momento que el trabajador empiece a “dar problemas” reclamando soluciones a tal o cual deficiencia en su puesto de trabajo, se le puede cerrar de un día para otro el grifo de las horas, porque al fin y al cabo, quien tiene potestad para dar y quitar las horas es la empresa, acogidos al “poder de dirección”. Así hemos visto multitud de casos, donde al empezar el trabajador a remover mejoras, por ejemplo en el terreno de la seguridad y la salud en el trabajo, el susodicho ha caído en desgracia y, además, ha salido perdiendo porque se le ha recortado ese dinero plus proveniente de las “horillas”, que en algunas ocasiones puede suponen una merma económica en nómina de entre un 20 a un 50 % y en otros casos casi puede redoblar sus emolumentos.

Otro condicionante es la movilidad funcional que tiene el vigilante de seguridad para ser asignado a un centro u otro de trabajo. Que se trata de un trabajador bueno, ahí están las consejerías, los centros oficiales, los turnos de mañanas, los cuadrantes de lunes a viernes a 12 horas… Que se trata de uno reivindicativo, ahí están los centros comerciales, los centros hospitalarios, los centros de transportes públicos y tantos y tantos servicios donde se mastica la inseguridad y la falta de medios, además de tener que soportar turnos partidos,  fines de semanas pringados, cuadrantes de trabajo con varios servicios asignados … y que a nadie se le ocurra reclamar kilometraje y dietas cuando su jefe intermedio lo manda a la última conchinchina a montar un servicio, porque este tipo de exigencias le sientan muy mal a la empresa, aunque a ellos nunca se le olvide aplican estos conceptos al cliente.
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Para terminar, un tercer condicionante, de los muchos que podemos escoger, es la situación de precariedad en la que se encuentran muchos de nuestros compañeros debido a los contratos basuras por los que son contratados. ¡Cómo para andar reclamando cosas y que la empresa te apunte en una lista! Efectivamente, con la que está cayendo se está imponiendo un perfil de trabajador que prioriza el mantenimiento de su puesto de trabajo, a costa de lo que sea, y aunque vaya en detrimento de sus condiciones laborales, de su salud, de su seguridad… No podemos criticar en ningún momento este posicionamiento, pues es lógico y humano adaptarse a unas condiciones, aunque sean precarias, para seguir trabajando y no caer en las garras del desempleo.

Lo que nunca nos cansaremos de decir es que, a pesar de todo lo dicho, hay alternativas para defender nuestros derechos, o para poner en conocimiento de quién corresponda de qué forma estamos trabajando y con qué precariedad de medios. Una de ellas, es exigir a tus representantes sindicales que hagan su trabajo y que trasladen tus deficiencias a la empresa. Eso sí, quedando claro que ha de hacerse sin desvelar la fuente que le informa y preservando en todo momento el anonimato del trabajador.

CONCLUSIÓN: Con la que está cayendo, y con la que queda por caer, trabajador ideal SI, trabajador colaborador y eficiente SI… Pero, a la vez, trabajador conformado y desanimado NO. Exige a los representantes sindicales de tu empresa que se muevan y que hagan su trabajo (estés o no afiliado a su sindicato) y pide que lo hagan respetando tu anonimato y tu seguridad como trabajador.

Historias De La inseguridad S.A Episodio Nº7

miércoles, 2 de mayo de 2012


Desnudos, desamparados y sin futuro

La festividad de los trabajadores estaba perdiendo gas en los últimos tiempos… la clase obrera aprovechaba esta festividad para pasar un jornada de asueto con su familia lejos de su rutina diaria, dándole la espalda a unas concentraciones devaluadas sobre todo por la pérdida de la credibilidad de los sindicatos convocantes. La crudeza de la crisis ha conseguido de alguna forma reactivar y darle otra vez sentido a las reivindicaciones propias del 1º de Mayo, aunque son muchos los asalariados que subrayan que el reclamar justicia social y laboral con motivo de este día nada tiene que ver con dar respaldo a unas centrales sindicales ancladas en el pasado y que han vendido su alma al gobierno de turno a cambio de mantener sus privilegios y prebendas.

El colectivo de trabajadores de la seguridad privada lleva muchos años sufriendo en sus carnes las consecuencias de unas prácticas sindicales erróneas, sobre todo cada vez que se ha tenido que negociar un nuevo convenio colectivo. Estos señores “de la parte social” se han destacado por desplegar una actitud tan servil con la patronal que casi ha rozado lo vergonzante. Así han salido los convenios que han salido. Unos acuerdos que han ido recortando derechos y congelando salarios. Esto ha sido posible en gran medida porque la patronal se ha curado en salud escogiendo meticulosamente a sus interlocutores sociales, que en las últimas décadas no han variado casi nada en su configuración.

El último y vergonzante pasteleo empezó a finales de 2011, cuando a los empresarios del ramo se les metió en la cabeza que el convenio en vigor ya no les servía y que, sobre todo, no podían asumir la subida salarial que estaba pactada para el año 2012. Después de varias reuniones “de cortesía” acordaron con los sindicatos planificar un conflicto colectivo. El problema es que, en esta ocasión, la jugada no les salió bien porque los sindicatos independientes decidimos incorporarnos también al conflicto colectivo. A los señores negociantes se ve que no les agradaba esta presencia “ajena e inesperada” y es lo que precipitó un acuerdo sorpresa vía SIMA, sistema de arbitraje previo a la formalización del conflicto colectivo. Por supuesto, dichos acuerdos se adaptaron perfectamente a las necesidades de la parte empresarial empeñada en renegociar a su antojo lo ya negociado. Lo demás ya lo conoce todo el mundo: en 15 días se cerró el texto del nuevo convenio colectivo que pasará a la historia como la negociación colectiva más rápida jamás conocida. Todo al dictado y según las necesidades del sector, y listo para consumir. Es lo que nos espera, años de precariedad y de contención salarial sin límites, que pueden prolongarse allá hasta finales de 2018.

En este contexto, nada es de extrañar ni nos puede sorprender. Pero, como la imaginación no tiene límites, llamativa fue la presencia en la última manifestación del 1-M de un grupo de trabajadores de la seguridad privada “en paños menores” y tapando sus vergüenzas con la crudeza de sus nóminas. Querían llamar la atención de la ciudadanía sobre las circunstancias que rodean a la profesión ¡y bien que lo consiguieron! Una reportera quiso dejar constancia de tan curiosa exposición pública y se les acercó para entrevistarlos. ¿Cómo han llegado a esta situación? Les preguntó. Ellos le dieron “pelos y señales” de la situación actual de la profesión. Hablaron con amargura y resentimiento, pero también sabiendo que la opinión pública debía conocer el drama por el que están pasando las personas que se dedican a la seguridad privada.

Y les contaron como habían estado engañados tantos años con la trampa de las horas extras y de lo corto que era su salario base, que no les da para llegar a fin de mes, todo ello fruto de unos negociantes de convenios con “pocos escrúpulos”. También comunicaron hasta qué punto estaban abandonados en sus puestos de trabajo, donde en cualquier momento podían ser objeto de una agresión. Sin medios, sin cobertura operativa, sin medidas preventivas ni de salud… mano de obra barata que cubre eficientemente las necesidades de seguridad del mercado privado. La reportera se interesó en saber por qué no tenían carácter de agente de la autoridad, si al fin y al cabo hacían funciones similares a los cuerpos de seguridad del estado, por qué no portaban armas en aquellas ocasiones en la que la situación así lo requiriese, por qué no trabajaban “en parejas” para mejorar su seguridad, por qué… tantas y tantas preguntas cargadas de razón y de lógica a la que los vigilantes no sabían dar una respuesta coherente.

La reportera, que se enfrentaba por la mañana a cubrir otra manifestación más del 1-M de forma rutinaria, se encontró finalmente con una realidad desconocida hasta la fecha, y un grupo de trabajadores desnudos social, laboral y jurídicamente, desamparados y sin futuro. Descubrió, sin proponérselo, la crudeza de la “inseguridad de la seguridad”.