¿Qué pasa cuando los convenios se tocan?

lunes, 5 de marzo de 2012
El caso de un vigilante de seguridad que tras la reforma ve peligrar el 40 % de su nómina

Javier es un vigilante de seguridad que después de 25 años en el sector y una antigüedad de 22 años en la empresa, su sueldo neto es de 1.058 euros al mes. El salario de Javier está regulado en un convenio colectivo de ámbito estatal, el de seguridad privada, que fija las condiciones laborales de todos los vigilantes de seguridad, de forma que ninguna empresa podía pagar menos de lo que establecía el convenio. Javier, además, cobra el plus de antigüedad, el de peligrosidad, de transporte y de vestuario, todo para llegar a esos 1.058 euros. No es mucho, pero a Javier le proporcionaba una estabilidad ahora amenazada por la reforma laboral. Porque la reforma permite que cualquiera de las más de 1.500 empresas del sector rompa con el convenio estatal y fuerce la negociación de un convenio de empresa. Porque el Real Decreto Ley 3/2012 establece la prioridad de los acuerdos de empresa y posibilita que en cualquiera se puedan firmar condiciones inferiores a las del convenio del sector.

Las consecuencias de esta decisión pueden ser muy negativas para los trabajadores, pero también para las empresas. Para los trabajadores porque obviamente todos los acuerdos y pactos de empresa serán para establecer condiciones laborales por debajo del convenio actual. Esto es, para reducir los salarios, aumentar la jornada, modificar los turnos y perder derechos conquistados durante años. Pero también para las empresas porque, hasta la reforma laboral, cuando presentaban ofertas compitiendo por un contrato para vigilar un centro comercial, un hospital o una entidad financiera partían todos del mismo salario para sus trabajadores. Ahora, las empresas que sean capaces de negociar un convenio con salarios más bajos y más horas de jornada reducirán su coste laboral, lo que les permitirá presentar ofertas más baratas, desplazando a las empresas que apliquen el convenio estatal.

En esta situación, ninguna compañía se quedará quieta; una tras otra abandonarán el convenio del sector, iniciando una espiral de reducción de los salarios para poder competir. Dumpin social instalado en el centro mismo de las relaciones laborales en España. Corren un peligro real los pluses, que en el caso de Javier suponen el 40 % de su nómina. Pero en el caso extremo puede acabar cobrando el SMI (641,40 euros brutos al mes), la mitad de lo que hoy cobra Javier. Hay algo todavía peor en la reforma laboral. Y es que el convenio actual establece la subrogación, esto es, que si es una empresa nueva la que presta el servicio de vigilancia, tiene que subrogarse de toda la plantilla manteniéndole sus derechos laborales, incluida la antigüedad.

Esta cláusula que da estabilidad al sector y mantiene los derechos de los trabajadores, corre peligro real de desaparecer si lo que se negocian son acuerdos individuales en cada empresa. La reforma provoca la desregularización laboral al eliminar el salario común y la subrogación, potenciando a las peores empresas, que desplazarán vía precios bajos a las más estables y con años de presencia en el sector. Una situación que causa preocupación hasta en las grandes empresas del ramo, agrupadas en la patronal Aproser, y que empiezan a dar señales de alarma ante el riesgo de competencia desleal por parte de las firmas con malas prácticas. Todo esto también puede pasar en los demás sectores de servicios basados en el uso interno del factor trabajo. Por ejemplo, la limpieza de edificios, el servicio de atención a domicilio o la limpieza de hospitales. Es el caso de la mujer de Javier, María, que trabaja en ayuda a domicilio a personas dependientes, y que después de 6 años de antigüedad cobra 841 euros al mes. Casi un privilegio, porque está a jornada completa, algo excepcional en el sector.


Historias de La Inseguridad S.A, episodio nº 5

viernes, 2 de marzo de 2012

“Tiempo de rebajas laborales”

Se están perdiendo las maneras. Y las formas. Desde que se publicó  a mitad de Febrero la Reforma Laboral las empresas se han puesto las pilas y están aplicando “a destajo” las medidas que facilitan el despido. Estamos en “tiempos de rebajas laborales” y los empresarios de nuestro gremio, tienen además en sus manos “la cuadratura del círculo”. Cuando un vigilante tiene el más mínimo fallo o incidente en su trabajo, los departamentos de Recursos Humanos lo tienen claro: expediente informativo, falta muy grave y a la calle. Y luego ya veremos que pasa si el trabajador denuncia el despido. Es desgarrador ver como las empresas abusan de un recurso que, aunque amparado por la legalidad, es totalmente injusto. Lo que ahora sirve para justificar un despido, años atrás casi era un asunto menor, que en el peor de los casos llevaba acarreada una sanción de empleo y sueldo mínima.

Dentro de este engranaje se ha reactivado la actividad de los mandos intermedios que se tiran a la calle –como hace tiempo que no se les veían en busca de vigilantes fuera de su sitio. La consigna en bien clara. Aligerar la plantilla que nos sobra personal. Y lo peor de todo esto es que ya no hay casi diferencia entre empresas de primera y de segunda. Todas están hiperactivas con la locura de la reforma. Y actúan con el mismo criterio. No hace tanto tiempo que los directivos de las grandes empresas de seguridad te sermoneaban cuando se les presentaba la más mínima oportunidad: “no sabe usted la suerte que tiene de trabajar en una gran compañía”… “nosotros jamás nos podremos poner a la altura de las empresas de segunda clase”… “en los momentos de crisis es cuando realmente se nota que uno trabaja para un empresa solvente”. Todo eso se ha ido al garete y –lamentablemente– se han cogido de la mano para actuar del mismo modo. La prueba más palpable es el poco trabajo que les ha costado ponerse de acuerdo para robarle al bolsillo de sus empleados los 45 euros que les tocaba subirles por convenio  para el 2012.

Ahora, hasta al más eficiente de los vigilantes, como tenga la mala suerte de que le cumpla el contrato, tiene muchas posibilidades de que le dejen parado. “debemos prescindir de tus servicios, pero ya te llamaremos cuando mejore la cosa”. Y si no, a firmar cada quince días. Finiquito y firma… finiquito y firma. ¡Como para andar reclamando que no se le paga el kilometraje, o que no descansa lo que tiene que descansar! Al final va a tener razón un compañero recién prejubilado cuando nos decía “habéis dado en el clavo con vuestros artículos, porque La Inseguridad S.A se va a poner de moda y se va a llevar mucho…” Lo malo de todo esto es que "las rebajas laborales" parecen ir más allá de una moda pasajera, están pensadas para quedarse entre nosotros durante varias temporadas.