Siempre
ha costado mucho esfuerzo que el trabajador reivindique sus derechos, aunque
sean mínimos y básicos, y ahora, con la crisis que tenemos encima, esta
situación se agrava aún más. En la seguridad privada, nos encontramos además
con varios condicionantes añadidos, que provocan en el empleado un rechazo a
todo lo que pueda señalarle frente a la empresa como “problemático y
reivindicativo”.
El
primer condicionante ha sido, desde tiempos históricos, la necesidad de
compensar unos salarios bajos con la realización de horas extras. Eso sí, en el
momento que el trabajador empiece a “dar problemas” reclamando soluciones a tal
o cual deficiencia en su puesto de trabajo, se le puede cerrar de un día para otro
el grifo de las horas, porque al fin y al cabo, quien tiene potestad para dar y
quitar las horas es la empresa, acogidos al “poder de dirección”. Así hemos
visto multitud de casos, donde al empezar el trabajador a remover mejoras, por
ejemplo en el terreno de la seguridad y la salud en el trabajo, el susodicho ha
caído en desgracia y, además, ha salido perdiendo porque se le ha recortado ese
dinero plus proveniente de las “horillas”, que en algunas ocasiones puede
suponen una merma económica en nómina de entre un 20 a un 50 % y en otros casos casi
puede redoblar sus emolumentos.
Otro
condicionante es la movilidad funcional que tiene el vigilante de seguridad
para ser asignado a un centro u otro de trabajo. Que se trata de un trabajador
bueno, ahí están las consejerías, los centros oficiales, los turnos de mañanas,
los cuadrantes de lunes a viernes a 12 horas… Que se trata de uno
reivindicativo, ahí están los centros comerciales, los centros hospitalarios, los centros
de transportes públicos y tantos y tantos servicios donde se mastica la
inseguridad y la falta de medios, además de tener que soportar turnos partidos, fines de semanas pringados, cuadrantes de
trabajo con varios servicios asignados … y que a nadie se le ocurra reclamar
kilometraje y dietas cuando su jefe intermedio lo manda a la última conchinchina
a montar un servicio, porque este tipo de exigencias le sientan muy mal a la
empresa, aunque a ellos nunca se le olvide aplican estos conceptos al cliente.
.
Para
terminar, un tercer condicionante, de los muchos que podemos escoger, es la
situación de precariedad en la que se encuentran muchos de nuestros compañeros debido
a los contratos basuras por los que son contratados. ¡Cómo para andar reclamando
cosas y que la empresa te apunte en una lista! Efectivamente, con la que está
cayendo se está imponiendo un perfil de trabajador que prioriza el mantenimiento
de su puesto de trabajo, a costa de lo que sea, y aunque vaya en detrimento de
sus condiciones laborales, de su salud, de su seguridad… No podemos criticar en
ningún momento este posicionamiento, pues es lógico y humano adaptarse a unas condiciones,
aunque sean precarias, para seguir trabajando y no caer en las garras del
desempleo.
Lo
que nunca nos cansaremos de decir es que, a pesar de todo lo dicho, hay
alternativas para defender nuestros derechos, o para poner en conocimiento de
quién corresponda de qué forma estamos trabajando y con qué precariedad de
medios. Una de ellas, es exigir a tus representantes sindicales que hagan su
trabajo y que trasladen tus deficiencias a la empresa. Eso sí, quedando
claro que ha de hacerse sin desvelar la fuente que le informa y preservando en todo momento el anonimato del trabajador.
CONCLUSIÓN:
Con la que está cayendo, y con la que queda por caer, trabajador ideal SI,
trabajador colaborador y eficiente SI… Pero, a la vez, trabajador conformado y desanimado
NO. Exige a los representantes sindicales de tu empresa que se muevan y que hagan
su trabajo (estés o no afiliado a su sindicato) y pide que lo hagan respetando
tu anonimato y tu seguridad como trabajador.
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